"Puigdemont busca revitalizar Junts y fortalecer lazos con el sector empresarial para recuperar poder en Cataluña"
Carles Puigdemont ha roto este cierre de año el voto de silencio que se impuso a sí mismo, el cual lo mantuvo sin ofrecer ruedas de prensa durante más de seis meses. En una comparecencia el 9 de diciembre en Bruselas (Bélgica) y una entrevista en TV3 una semana después, el expresidente catalán alzó la voz para advertir a Pedro Sánchez que el apoyo de Junts al Gobierno está en tiempo de descuento. Sus dos recientes intervenciones suman 72 minutos de palabra, más de una hora en la que Puigdemont no mencionó en ningún momento el término independencia. Sin embargo, su discurso está repleto de referencias a la "negociación" para abordar los asuntos urgentes para Cataluña. Este ajuste en su narrativa busca que las aspiraciones patrióticas den paso a las demandas en materia económica e infraestructuras, alineándose con la "centralidad" que Puigdemont instó a priorizar en el último congreso político del partido, celebrado en Calella (Barcelona) a finales de octubre.
En ese camino, Junts se ha distanciado de las entidades sociales independentistas (la relación con la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium es tibia y ha quedado desmontado el Consell per la República que ideó el propio Puigdemont pensando en convertirlo en una suerte de Generalitat paralela) y el partido se agarra de la mano del sector empresarial y de entidades como Foment del Treball.
En la tradicional recepción navideña con la prensa, Josep Sánchez Llibre, presidente de Foment ―y exdirigente de Unió Democràtica―, refirió algunos de sus propósitos: “Los empresarios intentamos influir en las fuerzas políticas del Congreso de los Diputados”. El pasado mes de abril, cuando acudió a Bélgica para visitar a Carles Puigdemont, entonces candidato a presidir la Generalitat, Sánchez Llibre le puso sobre la mesa tres peticiones: seguridad jurídica, una fiscalidad más competitiva y la ejecución de inversiones en infraestructuras para Cataluña.